La frase ‘el desayuno es la comida más importante del día’ no se dice porque sí. Tras las horas de descanso el organismo se enfrenta a una nueva y larga jornada y para ponerse en marcha es necesario dotar al cuerpo del combustible que necesita. El organismo de los más pequeños quema mucha gasolina y de forma muy rápida por lo que los desayunos tienen que ser ‘súper’.
El niño se levanta, se viste, carga con la mochila y acude a clase donde va a dar lengua, mates, manualidades, va a tener que leer, escribir, dibujar, salir al patio, correr, prestar atención… Su mente y su cuerpo no van a parar durante toda la mañana, si queremos que no desfallezcan y lleguen a todo sin problemas debemos asegurarnos de que salen de casa con la energía precisa y ahí es donde entra en juego el desayuno.