Con el verano llega el momento de relajarse, hace calor, las jornadas laborales se flexibilizan, los niños no tienen cole… Se dan en definitiva una serie de circunstancias que hacen que también las rutinas alimenticias cambien, ya no hay tantas prisas y con el calor tampoco apetece comer lo mismo.
Esto, que no es malo, si que puede acabar afectando negativamente al modo de alimentar a nuestros hijos.
Hay que tener presente que pese a no tener cole los niños siguen necesitando energía y una alimentación saludable. Con el calor van también a sudar más y a estar más cansados, por lo que será necesario introducir alimentos que les hidraten a la vez que les nutren. Puede que no todos los días tengan que comer guisados, arroces o lentejas, pero no se puede erradicar ningún grupo alimenticio, podremos cocinarlo de otra manera o sustituirlo por otro de la temporada que le aporte los mismos nutrientes.