No hay mayor desespero para una madre o un padre que poner el plato de comida delante de su hijo y que este no quiera comer. Mil preocupaciones asaltan la mente ¿por qué no come? ¿le pasará algo? ¿estará enfermo? Para vivir hace falta alimentarse por eso que un niño no quiera comer causa gran desasosiego, tanto que muchas veces se obliga al niño y la hora de la comida acaba siendo una tortura para ambos.
De lo que se trata precisamente es de evitar estos dramas, si convertimos la hora de la comida en un sin fin de lloros, gritos, reproches y amenazas solo conseguiremos asociar la comida a algo negativo que el niño querrá evitar cada vez más.