Comer cuando se tiene hambre, esta es la máxima que los padres deben tener presente cuando se enfrenten a una situación en la que el niño no quiera comer. Se suele cometer el error de pensar que los niños tienen que comer como los adultos, seguramente un niño que ha desayunado leche con cereales, se ha comido un bocadillo y un yogurt para almorzar y entremedias ha picado galletas llegue a la mesa con poco apetito.
Los niños comen lo que necesitan según sus necesidades, que no son iguales para todos.
No se puede comparar lo que come nuestro hijo con lo que come el del vecino porque no son las mismas personas. Si el niño está sano y crece según corresponde no se debe hacer un drama si no come lo que nosotros consideramos. Ningún niño se muere de hambre así que ante la negativa de comer en la mesa habrá que buscar otras causas que no suelen tener nada que ver con la salud.