Es bastante común que un niño se resista a comer en el comedor escolar. Algunas de las quejas que más se escuchan se relacionan con la repetición de las comidas o el escaso sabor de los alimentos.
Al margen de las costumbres y percepción de cada niño, se han corroborado carencias en multitud de comedores escolares tales como la ausencia de alimentos imprescindibles en la dieta (verdura, pescado o legumbres).
También se detectan errores como: no incluir fruta fresca dos veces por semana como mínimo, postres dulces más de dos veces a la semana y frituras más de dos veces a la semana.