Desde el momento en que el bebé sale del vientre de su madre está expuesto a una serie de factores desconocidos para él. Desde el aire, hasta el contacto físico, pasando por la sensación de ropa en su piel. Es precisamente a través de la piel por donde recibirá gran parte de los estímulos, recordemos que se trata del mayor órgano del cuerpo humano y a falta de una vista totalmente desarrollada, este será el transmisor de las primeras sensaciones al recién nacido.
Las diferencias entre la piel del recién llegado al mundo y la de los adultos son varias.
En primer lugar es la mitad de gruesa con lo que es mucho más permeable a sustancias como pomadas, cremas, medicamentos… Es por ello que hay que extremar las precauciones con lo que se extiende sobre la piel del bebé. Deben ser siempre productos adecuados y que respeten las características de esta piel recién estrenada. El hecho de ser más delgada favorece a su vez que el agua y el calor escapen más fácilmente del cuerpo del bebé.