Antes de los tres meses la piel del bebé es muy sensible, no ha entrado nunca en contacto con los elementos exteriores, es fina, frágil y permeable y hasta que no pase el tiempo no se hará resistente a las agresiones externas.
A partir de los tres meses la piel del bebé ha entrado en contacto con la mayoría de situaciones y elementos con los que tendrá que convivir, cremas y lociones, tejidos, temperatura ambiente, agua, sol… Pese a todo hay que seguir manteniendo una serie de precauciones porque su piel sigue siendo un delicado órgano que hay que cuidar y proteger.