Cuando llega el verano, hay que extremar los cuidados de los bebés, ya que suben las temperaturas, se cambian las rutinas y horarios familiares, se está más tiempo al aire libre… Por todo ello, habrá que tener en cuenta que son más sensibles a estos factores, ya sea al sol, a las altas temperaturas e incluso, a las corrientes de aire.
De este modo, en primer lugar, será importante protegerles del calor, consiguiendo que se encuentren en un entorno fresco, que estén hidratados, ya sea con leche materna o biberones y, sobre todo que no reciban directamente los rayos del sol, ya que pueden ser muy perjudiciales, puesto que su piel es muy sensible y delicada y están más indefensos ante los factores que les rodean.