No es lo mismo interactuar con un niño de dos años que con otro de seis meses. En el primer caso las posibilidades son inmensas, los niños son ya bastante autónomos, pueden expresar lo que quieren y es muy divertido ver como desarrollan sus primeros juegos. Pero si hablamos de un bebé esta interacción es menor, un bebé de meses tiene a priori una respuesta más pasiva y muchos adultos no disfrutan tanto jugando con ellos ya que ‘no hace casi nada’.
Pese a que el tipo de relación que se establezca no sea la misma que con un niño mayor, jugar con un bebé puede ser una experiencia muy enriquecedora para ambos, además de necesaria.
No vamos a jugar a pillar o al escondite pero existen variedad de juegos que se pueden llevar a cabo y que van a ser muy importantes para el desarrollo cognitivo y emocional del niño.