Sin duda uno de los momentos más emocionantes en la vida de los padres es aquel en que ven por primera vez a su hijo. Puede ser que los primerizos imaginen un bebé sonrosado y reluciente, aunque la realidad no acaba de cuadrar con esta imagen. La primera vez que vemos al recién nacido suele presentar un color más bien azulado además de estar cubierto por una viscosa capa.
Y es que los recién nacidos van a tardar un tiempo en adaptarse al medio exterior, pensemos que han pasado todo este tiempo en el cálido y acogedor útero materno, por lo tanto serán normales una serie de cambios en su organismo hasta que se acomode al nuevo mundo.
Una de las características más comunes en el bebé es el color amarillento o ictericia. Durante el tiempo que ha estado en el vientre de la madre la placenta ha sido la encargada de eliminar los niveles de bilirrubina en la sangre, la bilirrubina es la sustancia amarilla que el cuerpo produce cuando elimina los glóbulos rojos viejos. Una vez el niño ha nacido es el hígado el encargado de eliminar esta sustancia. Este es un proceso que puede tardar un tiempo, por lo tanto es normal que cuando el bebé nazca tenga los niveles de bilirrubina altos y por tanto su piel y la esclerótica de los ojos presenten ese tono amarillo.