Las emociones son uno de los terrenos más complejo en el que nos movemos los adultos, hay situaciones que se nos escapan de las manos y otras que no acabamos de controlar, precisamente porque están en juego todo tipo de emociones. Si eso nos pasa a los mayores, que llevamos ya años lidiando con ellas, hay que entender que los bebés no sean capaces de controlar lo que sienten y se dejen llevar completamente por sus emociones, por lo tanto no nos debe extrañar que igual que lloran desconsoladamente al minuto estén tranquilos y sonrientes.
Los bebés no tienen más formas de comunicación que su risa y su llanto, siendo este último el más atendido por parte de sus padres y por lo tanto el que aprenden a utilizar antes.
Cuando están cansados, tienen hambre o están molestos recurren a él, es su forma de manifestar tanto lo que sienten como su malestar físico. Al darle de comer, abrazarlo, hacerle caso o cambiarle de ropa ese llanto quedará en el olvido y el bebé volverá a estar feliz, dado que sus emociones se manifiestan con mucha intensidad y frecuencia.