La mayoría de bebés nace con el cuerpo cubierto de una capa fina de grasa que recibe el nombre de vérnix caseosa, y que se encuentra sobretodo en los pliegues de la piel, en el dorso, y en la parte posterior de las orejas. Esta capa que recubre a un bebé recién nacido esta compuesta por un 80% de agua, un 10% de grasa y otro 10% de proteínas, además de contener células epidérmicas muertas, pelos y secreciones de las glándulas sebáceas.
Hay estudios recientes que muestran, incluso, una alta concentración de vitamina E en la vérnix caseosa, que de esta manera se convierte en un gran protector para la piel del bebé frente a la acción dañina del oxígeno y los rayos ultravioletas del sol.
La vérnix se empieza a formar en el último trimestre de embarazo, como barrera de defensa de la piel del feto frente al contacto permanente con el líquido amniótico que le envuelve, evitándole posibles infecciones.
Es interesante reseñar que esta capa se forma a la vez que el estrato córneo del bebé, el nombre que recibe la capa más externa de la piel. Esto no es una pura coincidencia, sino un proceso vital: el estrato córneo solo se puede desarrollar en un ambiente seco, y es la vérnix la que se lo proporciona al aislar el líquido amniótico.