Actividades extraescolares según la edad de los niños

Cuando nuestro hijo empieza a ir a la escuela, nos empezamos a plantear qué debe hacer como actividad extraescolar, ya que la oferta actual de la mayoría de colegios es muy variada.

Decidir que nuestro hijo haga una actividad concreta fuera del horario escolar no es algo que deba tomarse a la ligera.

Primero, debemos tener muy claro los motivos que nos llevan a apuntarlo.

Muchos padres ven las actividades extraescolares como una manera de hacer que su hijo se relacione con otros pequeños, y la verdad es que resulta efectivo como herramienta de sociabilización, siempre que no se obligue al niño a ello. Los pequeños también tienen derecho a elegir como quieren pasar el tiempo, y a hacer este tipo de actividades fuera de la escuela, solo si realmente les apetece.


Qué hay que tener en cuenta


Antes de formalizar la inscripción de nuestro hijo en una actividad fuera del horario de escuela, debemos tener claras algunas ideas, en las que basar nuestra decisión.

Lo primero, es valorar los gustos y las habilidades del pequeño, para que se sienta a gusto en las clases. También hay que considerar que, hasta los 6 años, es mejor que no hagan actividades con normas fijas, ya que aun no tienen edad suficiente como para asumirlas correctamente.

Una vez el niño empiece la actividad, es importante que se dejen pasar algunas sesiones, para poder valorar si realmente le gusta. Si, de todas maneras, en este período de tiempo notamos que el niño está nervioso, o cansado, hay que valorar la necesidad de dejar que acabe con la actividad, y esperar a que se haga más mayor para asumir ciertas aficiones.

Teniendo en cuenta estas ideas, aun es más importante que nos quedemos con dos ideas claras: la necesidad de dosificar las actividades, porque los niños también se cansan por mucha energía que tengan, y las ganas del pequeño de hacer la extraescolar a la que le apuntemos.


La actividad extraescolar ideal para cada niño


No todos los niños son iguales, ni en cuanto a personalidad, ni gustos, ni necesidad de actividad física.

Por ejemplo, para los niños tímidos es perfecto animarles a hacer actividades en grupo, como el deporte, para que se sociabilicen con otros pequeños de la misma edad. En cambio, los niños conformistas o demasiado tímidos necesitan hacer actividades artísticas, que les enseñen a superar sus carencias, como teatro o ballet.

También sería favorable para los niños demasiado movidos que empezaran a practicar actividades extraescolares que les ayudaran a dominar sus nervios y a centrarse, como el ajedrez o el judo. Si, además, el niño tiene tendencia a ser perezoso, debería estimulársele a hacer actividades como el tenis, el patinaje, o la pintura.

En resumen, podemos decir que las actividades extraescolares, además de servir para que el niño se lo pase bien, deben proporcionarle la ocasión de superar sus carencias emocionales o físicas de manera agradable, y sin traumas.