Hoy en día resulta inimaginable que una persona pueda desarrollarse en sociedad sin saber leer. El aprendizaje de la lecto-escritura comienza en los centros escolares a muy temprana edad, de forma que al llegar a los seis años la mayoría de los niños saben leer sin muchos problemas. Pero una cosa es que sepan leer y otra muy distinta que les guste.
Saber leer es necesario, todos los niños lo hacen y pasan por todos los tramos educativos formándose en aquello considerado básico.
Pero la diferencia entre leer por obligación y leer por placer marcará las diferencias también a nivel de aprendizaje y desarrollo intelectual.
El niño que lee por placer es un niño curioso, con ansias de aprender, sus conocimientos suelen ser superiores a los del resto y tienen mucha más imaginación y por tanto una mayor capacidad de resolución de conflictos. Desarrollan y trabajan su intelecto, su sentido crítico, su creatividad, sin olvidar que tienen un vocabulario y una forma de expresarse mucho más rica. Suelen ser niños con éxito académico y con mayores posibilidades de lograr el éxito profesional. Esto no significa que los niños que no leen tanto no puedan tener estas características, pero si es cierto que se dan en mayor medida entre los amantes de la lectura.