Podríamos imaginar el cerebro de un bebé como una gran fábrica de neuronas que está produciendo cientos de ellas, día y noche sin parar. Los primeros años de vida se desarrollan unas 3 millones de neuronas, un espectacular proceso de expansión que permite el aprendizaje acelerado y la adquisición de un gran número de habilidades.
Todo ello, no solo depende del proceso biológico natural sino también de la estimulación externa que se recibe.
Los expertos, aconsejan a los padres que ayuden a los bebés a aprovechar al máximo la capacidad de aprendizaje y la adaptabilidad de su cerebro mediante la introducción de estímulos adecuados a cada etapa de crecimiento. Existen un conjunto de técnicas destinadas a este objetivo que reciben el nombre de “estimulación temprana” y pretenden potenciar las funciones cerebrales del niño.