La toxoplasmosis se trata de una infección causada por un parásito llamado “toxoplasma gondii” de dimensiones diminutas. Lo cierto es que esta enfermedad no es grave, sino todo lo contrario pero, en cambio, en el caso de las embarazadas se vuelve peligrosa, ya que no sólo puede afectar a la madre sino incluso a la placenta y al bebé.
En el caso de que la mujer sea inmune a la toxoplasmosis, porque ya la hayan sufrido con anterioridad, no habrá ningún riesgo de que contagie al bebé pero, según las estadísticas sólo aproximadamente el 15% de las mujeres que se encuentran en edad fértil de concebir, son inmunes.
Por ello, es fundamental que la embarazada, una vez que sepa que no ha pasado por esta enfermedad, siga una serie de indicaciones para evitar dicha infección durante el embarazo.
La toxoplasmosis genera muchas dudas a las embarazadas
En este tema hay preguntas que la mujer va a plantearse, tales como: ¿cuándo tengo mayor riesgo de infección y de que ésta afecte al feto? Según los especialistas, si la madre enferma en el primer trimestre del embarazo, hay aproximadamente un 15% de posibilidades de que también se contagie el feto. Mientras que irá aumentando esta posibilidad de contagio conforme avance el embarazo, ya que si la madre se infecta en el segundo trimestre, el porcentaje de riesgo aumenta al 30% y en el tercer trimestre existe un 60% de posibilidades de que el bebé acabe por contagiarse también.
La toxoplasmosis la trasmite la madre a su hijo a través de la sangre y entre las posibles consecuencias más comunes está el aborto espontáneo, el nacimiento del bebé sin vida o incluso su fallecimiento al poco tiempo de nacer. En algunos casos, a pesar del contagio, puede sobrevivir pero puede presentar infecciones en los ojos, en el hígado o en el bazo. Se pueden dar casos también de neumonía, ictericia e incluso puede llegar a afectar al cerebro del pequeño, provocando retrasos mentales, parálisis cerebral, epilepsia…
De este modo, y ante la gravedad de las consecuencias, será importante que el ginecólogo controle durante todo momento si se produce la infección, tanto de la madre como del bebé. Asimismo, será fundamental que la mujer embarazada reciba información sobre cómo prevenir esta enfermedad.
Causas y vectores de infección de la toxoplasmosis
En primer lugar se evitará comer carne cruda o en cambio, mal cocida, ya que es una de las causas más comunes de contagio. Asimismo, también se deben evitar los embutidos, ya que al ser carne curada, pueden transmitir esta infección. Así, será aconsejable no probar el chorizo, salchichón, jamón serrano o ibérico, longaniza, lomo ibérico… ni los ahumados y productos en salazón.
En cuanto a las frutas, verduras y legumbres, si no están lavadas, también son focos de transmisión de la infección. Por ello, habrá que proceder a un buen lavado, incluso con productos farmacéuticos para asegurarse de su correcta limpieza.
Asimismo, no se deberán comer huevos crudos, evitar la leche no pasteurizada, así como alimentos con leche.
Asimismo, en cuanto a los hábitos, la mujer embarazada deberá evitar tocarse la boca, nariz y ojos, mientras prepare la comida y tendrá que lavarse las manos siempre antes de comer. Si tuviese alguna herida, será fundamental que use guantes para evitar el posible contacto con el parásito.
Por último, el gato tiene un papel fundamental a la hora de favorecer el contagio. Pero, si se siguen una serie de indicaciones, no habrá que alejarse del gato o echarlo de casa. Por ello, la embarazada deberá evitar tocar o limpiar sus cosas, ya sean juguetes, su cuenco de la comida o similares, sin utilizar guantes. Asimismo, el hecho de que el animal esté en contacto con roedores puede hacer que se contagie y por consiguiente, los parásitos estarán en sus heces. De modo lo indicado será que, durante este periodo, el animal coma pienso y salga muy poco a la calle, para evitar así que se infecte.