Una de las primeras señales de que una mujer está embarazada es la presencia de una fatiga y un sueño cuasi constante. Esto sucede porque desde el momento de la concepción el nivel de las hormonas empieza a aumentar, especialmente la progesterona y los estrógenos. Este aumento de hasta tres veces más, causa un efecto sedante que afecta al cerebro y de ahí esa sensación de somnolencia que percibe la mujer.
Aunque estos cambios se experimentan desde el inicio de la gestación el sueño de la embarazada irá variando a lo largo de los meses.
Dormir a partir del segundo trimestre
A partir del tercer mes la embarazada se siente mucho mejor, ha pasado los mareos y angustias iniciales y el tamaño del feto, aún pequeño, permite a la madre sentirse cómoda y poder descansar. En esta etapa lo único que va a interrumpir el sueño va a ser las frecuentes ganas de orinar. El útero en crecimiento presiona cada vez más a la vejiga con lo que las ganas de acudir al baño aumentan.
El tercer trimestre es el más complicado a la hora de descansar, a las frecuentes ganas de miccionar se une el tamaño de la barriga, la mujer ya no está cómoda en cualquier posición. Además empieza a darse en muchas madres cierta ansiedad ante el parto, lo que puede provocar insomnio.
Para llegar al final del embarazo lo más descansadas posibles hay que acostumbrarse desde el principio a dormir de lado. Cuando la barriga alcance un tamaño considerable ya no se puede dormir boca arriba, en esta postura el peso recae en la columna, en los intestinos y en la vena cava inferior lo que provoca dolores en la cintura, digestiones lentas, caída de la presión arterial e incluso molestias respiratorias. Boca abajo resulta casi imposible para la embarazada descansar. La mejor postura será de lado, y mejor aún si es del lado izquierdo, esta posición favorece la llegada de sangre a la placenta, aportando más oxígeno y nutrientes al bebé. Muchas mujeres se sienten más cómodas con una almohada entre las piernas, sobre todo cuando la cabeza del bebé ya está colocada en posición.
La alimentación y el ejercicio físico y su influencia en el dormir
Además de la posición, para dormir bien es importante acostarse si sentirse pesada, hay que cenar ligero y procurar no beber demasiada agua antes de dormir para evitar demasiadas visitas al baño. Es bueno también realizar algún ejercicio de relajación así como masajes en las zonas más castigadas como son el cuello, las piernas o los pies.
Ante todo lo más importante será estar lo más tranquila posible, tomarse esta etapa con mucha calma sin que las preocupaciones agobien en exceso. Hay que pensar que una embarazada descansada estará mucho más fuerte para cuidar de un bebé que requerirá su presencia de forma continuada.