Una de las preocupaciones de las mujeres embarazadas es el momento del parto y su recuperación. ¿Será necesaria la episiotomía? ¿sufriré algún desgarro? ¿cuánto tardaré en llevar una vida normal? ¿tendré problemas de incontinencia? Y es que una de las consecuencias del embarazo y parto es la debilitación del suelo pélvico.
El suelo pélvico
El suelo pélvico está formado por una serie de músculos y ligamentos que en las mujeres sustentan el útero, la vejiga y el recto.
Por tanto, si este se debilita aparecen problemas de incontinencia, además de desprendimiento de estos órganos y disfunciones de tipo sexual.
El suelo pélvico se puede debilitar por varias causas, existen factores genéticos, también influye el paso de los años, pero el embarazo y parto es la principal razón en las mujeres. Durante la gestación el peso del bebé se descarga sobre esta zona forzándola, y en el parto el esfuerzo que supone provoca una distensión que causa incluso desgarros.
No debemos alarmarnos porque esto es algo natural, normalmente tras el parto y pasado un tiempo, los músculos vuelven a recuperar su forma. Pero hay algo que podemos hacer, ya desde el momento en que conocemos la noticia del embarazo. Se trata de ejercitar la zona y el mejor método es el de Kegel.
A mediados del siglo XX el ginecólogo Arnold Kegel observó que trabajando los músculos de esta zona disminuían los problemas de incontinencia urinaria. Y aunque en principio surgió para solucionar un problema que sufren muchas mujeres al llegar a cierta edad, pronto se comprobó su utilidad para embarazadas. Practicar estos ejercicios disminuye las pérdidas que se pueden ocasionar por el peso del bebé, ayuda a tener un parto con menos posibilidades de desgarros y una mejor recuperación, incrementan la circulación de la sangre en la zona rectal, disminuyendo así la presencia de hemorroides y mejoran también la actividad sexual. Todo ello debido a la tonificación de esta zona.
Los ejercicios consisten básicamente en contraer y relajar el músculo del suelo pélvico, también llamado músculo pubococcígeo. Lo primero es identificarlo, hay personas a las que no les resulta fácil y contraen el abdomen o las nalgas. Podemos sentarnos en el sanitario e intentar retener el flujo de orina, ese sería el músculo a trabajar.
Ventajas de los ejercicios de Kegel
La gran ventaja de estos ejercicios es que son muy sencillos y se pueden practicar en cualquier sitio ya que son totalmente discretos, en el trabajo o en el autobús podemos estar trabajando nuestro suelo pélvico sin que nadie lo note. Es importante tener la vejiga vacía, una vez listas de lo que se trata es de contraer el músculo, primero durante tres segundos y relajar, este ejercicio se repite diez veces. A continuación podemos contraer y relajar lo más rápido que podamos, este ejercicio lo haríamos 25 veces. Otro tipo consiste en imaginar las paredes interiores de la vagina e intentar acercarlas contrayendo los músculos, también podemos contraer lentamente contando hasta diez.
Dentro de los aquí citados existen variaciones que implican contracciones y relajaciones con mayor y menor intensidad. Lo recomendable es empezar poco a poco, realizando los ejercicios tres veces al día y de forma constante. Con el tiempo comprobaremos como se ha fortalecido esta zona. El pilates y el yoga serían modalidades muy buenas para ayudarnos a mejorar nuestro tono muscular, especialmente en esta zona.