Cuando una mujer está segura de que está embarazada, lo primero que debe hacer es acudir a su ginecólogo, para poder asegurarse de que todo funciona correctamente.
Antes de las seis semanas de gestación, el feto es todavía muy pequeño como para que la visita al tocólogo pueda dar información importante acerca de su estado.
Por lo tanto, es recomendable acudir a partir de esta fecha a una primera consulta.
En esta visita, el doctor hace una revisión general del estado de salud de la madre, y también solicita que la mujer se haga un análisis de sangre y orina, además de recopilar la historia clínica de la pareja. De hecho, es la más completa de todo el embarazo, ya que, igualmente, aprovecha para proporcionar a la futura madre una serie de consejos con los que pueda afrontar el proceso de gestación con las máximas garantías de tranquilidad. Finalmente, el médico realiza un examen físico, con el que podrá calcular una fecha aproximada para el parto.

El historial clínico
Durante la primera visita a su ginecólogo, la embarazada deberá responder a una serie de preguntas que ayudarán al médico a conocer su riesgo potencial de tener un embarazo con problemas.
Las preguntas están relacionadas con su ciclo menstrual, los posibles embarazos anteriores, sus anteriores enfermedades, y su situación actual: si hace deporte, si fuma, bebe… etc.

El primer reconocimiento físico
Además de hacerle una revisión médica normal (que incluye peso, altura, tensión …etc), el especialista reconocerá a la mujer para detectar signos de embarazo, como el aumento del tamaño del útero y del abdomen, y para evaluar en qué punto está la gestación y cual es el tamaño del feto.
Igualmente, el análisis de sangre que solicite servirá pasa saber si tiene anticuerpos de algunas enfermedades (desde la rubeola a las ETS, pasando por el SIDA), y para conocer el grupo sanguíneo y el factor Rh de la embarazada, por si hay una incompatibilidad con los del padre.
El análisis de orina que se encarga, por otra parte, ayudará a que el médico pueda prevenir otros problemas para el embarazo, como la diabetes o la toxemia, y la existencia de posibles infecciones.
Si la embarazada es mayor de 35 años…
Una primera visita al ginecólogo de una mujer embarazada mayor de 35 años puede plantear la necesidad de realizar otras pruebas, ya que en muchos casos es recomendable proceder a pruebas de diagnóstico prenatal, que den información más exacta acerca del estado del feto. En este sentido, la prueba más conocida es la de amniocentesis, pero el ginecólogo puede plantear lo oportuno de realizar otras más específicas.
De todos modos, estas pruebas no son solo necesarias en mujeres mayores que estén embarazadas. También pueden plantearse, como herramienta de previsión, en futuras madres que tengan antecedentes familiares de enfermedades congénitas, o en las que hayan estado previamente en contacto con agentes que pueden producir determinadas anomalías o malformaciones en el organismo, como ciertas sustancias químicas.