Con la llegada del verano muchas futuras mamás se preguntan si pueden bañarse en playas y piscinas sin problemas. No existe ninguna contraindicación siempre que esos baños de inmersión, en los que el cuerpo se sumerge completamente, se realicen teniendo en cuenta una serie de precauciones. Con los baños en aguas termales ya es otro cantar debido a que su temperatura es más elevada y esto sí puede ser perjudicial.
Darse un baño en la playa, en la piscina o en la bañera de casa no supone ningún problema para la mujer embarazada siempre que la temperatura del agua sea la correcta.
En torno a los 25 o 26 grados es lo ideal. Los baños suponen una gran forma de relajación para la gestante, especialmente si se encuentra en la última etapa del embarazo. La sensación de ligereza que se obtiene en el medio líquido hace que la mujer se sienta cómoda, puede moverse con libertad, estirar los músculos, dejarse mecer…
Estando embarazada te puedes bañar, pero con precaución ya que no puedes nadar tan bien como antes
Pero para hacerlo con seguridad, especialmente si estamos hablando de la playa, hay que tener muy en cuenta el estado del mar. Hay que evitar entrar en el agua si hay bandera roja o amarilla, también si está muy movida o sucia. Aunque habitualmente seamos nadadoras intrépidas durante el embarazo hay que dejar de lado estos riesgos, un tirón en la pierna en una zona profunda no se lleva igual si se está embarazada. Si el agua está muy fría hay que aclimatar el cuerpo poco a poco, mojando primero la nuca y las extremidades, sobretodo si el cuerpo está muy caliente. Similares precauciones se deben observar en la piscina, que aunque es un medio más seguro, no está exento de accidentes.
La bañera de casa será una buena opción para la que quiera relajarse y disfrutar de unos momentos de tranquilidad, habrá que vigilar la temperatura del agua y evitar permanecer demasiado tiempo para evitar que los músculos se agarroten o que el agua se enfríe en exceso.
Baños en aguas termales
Respecto a los baños en aguas termales la recomendación es que se eviten. La temperatura de estas aguas suele estar por encima de los 36 grados y hasta los 40. Si la embarazada se sumerge en estas aguas su cuerpo se calentará más de lo debido, la sangre se dirigirá hacia la piel para eliminar este exceso de calor, lo que se denomina vasodilatación del sistema circulatorio, por tanto disminuirá la circulación hacia el feto provocando que el oxígeno y los nutrientes que le llegan también disminuyan, lo que puede afectar a su desarrollo. Son varios los estudios que demuestran que mujeres sometidas a elevadas temperaturas durante su embarazo tuvieron bebés con malformaciones neurológicas así como más riesgo de abortos espontáneos.
Por lo tanto, baños sí, pero siempre teniendo muy en cuenta la temperatura. La madre deberá buscar las ventajas que le ofrece el medio acuático pero sin olvidar observar las medidas de seguridad para que el baño no acabe convirtiéndose en una actividad de riesgo.