Por fin estamos en casa con nuestro bebé, los primeros días nuestra única preocupación va a ser su bienestar, alimentarlo, acunarlo y comprobar que marcha como es debido. Pero llega un momento en el que debemos empezar a mirar por nosotras.
Tras el descanso necesario de los primeros días y cuando se empieza a recuperar el ánimo, es el momento de ir retomando poco a poco la actividad, algo necesario también para evitar que los cambios emocionales nos jueguen malas pasadas. Tras los cambios que ha sufrido nuestro organismo lo mejor para sentirnos cómodas de nuevo en nuestra propia piel es el ejercicio.
¿Cuándo empezar a cuidarnos?
Una vez haya pasado lo peor de la recuperación, esto es, el sangrado, hayan cicatrizado los posibles puntos y nos sintamos más fuertes, es el momento de encontrar el tiempo para empezar a cuidarnos.
Se trata de encontrar una actividad que nos permita recuperar el tono no solo físico sino también psicológico y emocional.
Pensemos que traer un bebé al mundo es una experiencia que requiere mucho esfuerzo y provoca importantes cambios hormonales que van a afectar también a nuestras emociones. Pueden surgir pensamientos negativos, apatía e incluso tristeza, es algo normal pero solo durante unos días, si se alarga en el tiempo corremos el riesgo de caer en una depresión, por eso hay que buscar algo que nos ayude a relajarnos, a pensar en positivo y que nos de las fuerzas para afrontar las nuevas responsabilidades.
El yoga es uno de los deportes que mejor cumple con todas estas características. Cuenta con la ventaja de que se puede empezar a practicar desde muy pronto, en los primeros días tras el parto es posible iniciar los ejercicios de suelo pélvico, así como las respiraciones y los movimientos más suaves, poco a poco se introducen ejercicios suaves de abdominales y pelvis para tonificar y fortalecer la zona debilitada. Y es que una de las grandes ventajas del yoga en el posparto es que trabaja especialmente la musculatura abdominal y pélvica, ayudándola a volver a su posición natural, fortaleciendo sus tejidos y tonificando la zona.
Además de físicamente nos tenemos que recuperar psicológicamente
Más allá de la parte física, en el yoga uno de los objetivos básicos es la conexión con el propio cuerpo, un proceso en el que resulta básica la relajación y la respiración para conseguir un estado de calma interior que se traduce después en una mejor actitud ante la vida. Esto es fundamental para ayudar a disminuir los cambios de estado de ánimo tan propios de esta etapa. La liberación del estrés y las tensiones que se consigue con su práctica, y la consiguiente relajación y descaso, ayudan a aumentar la vitalidad de la madre.
La clave de la recuperación tras un embarazo está precisamente en conjugar los beneficios de la actividad física con una actitud mental positiva con la que afrontar esta nueva etapa que, si no es bien llevada, puede acabar en una depresión de la que es difícil salir. Para evitarlo el yoga puede ser nuestra mejor arma.