La situación ideal para muchas familias sería disponer de una habitación individual para cada hijo en la que puedan desarrollar sus idiosincrasias y sentir un espacio de privacidad. Sin embargo, la realidad, en muchos casos es otra, y ante un segundo embarazo, la falta de espacio conduce a plantearse la opción de que el primer hijo y el futuro recién nacido compartan habitación.
Las preocupaciones más frecuentes en estos casos suelen ser ¿estarán cómodos los niños?¿puede afectarles a su intimidad?¿cómo convivirán si tienen ritmos diferentes?¿cómo organizar el espacio?.