Un traslado de casa y de ciudad lleva en si mismo una serie de cambios, unos cambios a los que uno debe adaptarnos e ir aceptando poco a poco. Siempre que se pueda es aconsejable evitar preocuparse por la mudanza demasiado aunque, un cambio siempre supone un reto y más cuando se trata de nuestra parte más personal, nuestro hogar.
En general, estos cambios se suelen dar para bien, es decir como respuesta a otro cambio en nuestra vida que generalmente suele ser positivo, ejemplos típicos son cuando se produce una boda, la familia crece con la venida de un niño o una mejora profesional, o por estar más cerca de la familia.
Si por lo general, el cambio de residencia es una situación complicada para un adulto, más lo es para un niño o adolescente, la vida del niño se ve mucho más alterada que la nuestra si cabe, se producen muchos cambios en su vida de forma repentina, y si no somos capaces de comunicarlo adecuadamente y en el momento oportuno el niño sufrirá de ansiedad y nerviosismo.