Charlamos con el vecino, con el compañero de trabajo, con el amigo, con nuestra pareja, pero cuando se trata de nuestros hijos parece que solo les hablemos para decirles haz esto o no hagas aquello, o en caso de que haya algún tema importante a tratar, como el rendimiento académico.
Muchas veces se nos olvida que también podemos y debemos charlar con nuestros hijos, no hace falta ponerse trascendentes y abarcar temas más serios como la organización de la casa, sus sentimientos respecto a los demás o lo que esperamos de ellos, simplemente se trata de mantener conversaciones igual que lo hacemos con el resto del mundo.