Sin duda, una de las cosas que más nos cuesta a los padres es afrontar con nuestros hijos el tema de la muerte de un ser querido. Una de las principales tentaciones que tenemos en este sentido es mentirles pero, de hecho, los especialistas coinciden en que es lo peor que podemos hacer.
Además, no hace falta que se nos muera nadie cercano.
Alrededor de los 4 años, muchos niños empiezan a ser conscientes de que la muerte existe, y será habitual que nos pregunten sobre ella.