No nos cansamos de repetir que lo mejor para que los hijos crezcan y logren un desarrollo cognitivo, psicológico, conductual y emocional sano y adecuado, es que se sepan seguros del cariño y la atención de sus padres, que tengan un clima comunicativo y abierto en casa y un buen ejemplo a seguir de los que son su referente.
El problema está en que hoy en día el tiempo para dedicar a la familia escasea, las obligaciones laborales y las cargadas agendas escolares hacen muy difícil encontrar un hueco para compartir en familia.
Los abuelos, educadores o cuidadores acaban siendo el referente para los niños. La imagen de los padres se desdibuja y estos a su vez se sienten culpables e intentan compensar a sus hijos con sustitutos en forma de regalos o premios que no son lo que el niño necesita.