Se suele escuchar que en una separación los que más salen perdiendo son los hijos y esto es cierto, los niños acaban sufriendo las consecuencias de las desavenencias de sus padres. Seguramente para los niños acabe siendo mejor que vivir en un hogar roto marcado por las discusiones y las peleas, pero esto no quita que para ellos, especialmente si son menores de seis años, suponga todo un trauma emocional ante el que van a reaccionar de diversas maneras.
El niño pequeño necesita confianza, seguridad y un entorno estable y afectivo para que su desarrollo cognitivo y emocional sea el adecuado, si esto no es así empieza a manifestar una serie de cambios de conducta.
Estos cambios serán distintos en función de su edad y de como se esté gestionando en casa la separación, pero siempre van a verse afectados en alguna medida.