Casi todos nosotros hemos tenido una infancia sin móvil y ello no nos ha causado ningún tipo de trauma ni problema social, pero los tiempos han cambiado y los niños de hoy crecen rodeados de las tecnologías, ¿vamos a negarle a nuestro hijo un móvil cuando nosotros mismo no podemos separarnos de él mi media hora?
Está claro que es necesario adaptarse a los tiempos y no se pueden cerrar las puertas a los avances que van a forma parte indisoluble de la vida de nuestros hijos, ahora bien, de lo que se trata es de decidir en qué momento vamos a dotar a los niños de la autonomía que supone tener un teléfono propio.