Berrinches y Rabietas: cuando el niño no acepta los límites

Es una de las escenas por las que todos los padres han pasado alguna vez, ese niño que quiere algo, no se lo dan y empieza a enfadarse, insiste, la negativa se mantiene y comienzan los pataleos, los gritos y los lloros. Un berrinche que parece no tener fin y que en una etapa de la vida de los niños es de lo más habitual.

Es en torno a los dos años cuando los niños empiezan a manifestar sus primeros enfados serios.

En este momento el niño deja de ser un bebé y comienza a darse cuenta de que es una personita independiente con capacidad de acción y la posibilidad de tomar decisiones y actuar con cierta autonomía. Esto supone todo un descubrimiento para él, cada pequeño avance es un logro y así lo celebra. En esta fase los niños se ponen muy contentos ante cualquier cosa que consiguen hacer por si mismos, aunque sea algo tan sencillo para los adultos como bajarse de una silla.


El niño comprueba constantemente sus límites y los de sus padres


En este proceso de búsqueda de independencia lo que quieren es reivindicarse, la frase ‘yo solo’ aparece en sus labios y cuando los adultos le niegan esa autonomía comienzan las primeras rabietas. Y es que en su intención de hacerlo todo por su cuenta, no acaban de ver que existen unos límites y hay cosas que no pueden hacer. Esto les provoca una gran frustración y dado que su capacidad de expresión es todavía limitada, esa rabia acaba desembocando en lloros y rabietas, como cuando eran bebés, una fase que todavía tienen muy reciente.

Lidiar con estos enfados no es fácil pero entender por qué suceden es importante para comprender mejor al niño e intentar ponernos en su lugar. Sabiendo que lo quieren hacer todo solos, los padres pueden ser más comprensivos y permitirles desarrollar su independencia, siempre de forma segura. Pero se deben mostrar inflexibles, pese a los reproches, cuando algo no se pueda hacer. El pequeño debe tener las normas bien claras y todos los que relacionen con él las deben respetar, no servirá de nada enseñarle que algo no se hace, pero que el abuelo si se lo consienta. Con los límites claros y sin transigir, al final verá que no se puede hacer nada y comprenderá que las rabietas no son la solución.


Las rabietas y pruebas que hacen a los padres son normales en su desarrollo


Es también un momento en el que con su recién adquirido dominio del lenguaje empiezan a pedir y esperar que se cumplan todos sus deseos, como cuando eran más pequeños. Los niños con sus exigencias ponen a prueba a sus padres y cuidadores, esperan ver hasta donde pueden llegar ahora que saben que tienen influencia y pueden actuar sobre lo que les rodea. En este sentido es importante mantener una comunicación abierta, hay que hablar y tratar al niño con respeto evitando los gritos y los tonos autoritarios, se debe razonar en la medida de su capacidad de comprensión de forma que cuando él hable con nosotros lo haga en el mismo tono. Al igual que antes, habrá que ser flexible en aquello razonable, no se trata de negar por negar, y mantenerse firme en lo que no se esté dispuesto a tolerar.