En cuánto vemos a nuestro hijo de pocos meses aporreando con pasión un piano, cogiendo un pincel o lanzando con fuerza una pelota ya nos imaginamos que tenemos ante nosotros al mejor compositor, pintor o futbolista de la década. Pero es cierto que más allá de la pasión paterna, cada niño tiene un talento o una habilidad concreta que los padres deben descubrir e intentar potenciar.
El talento sería esa cualidad por la cual el niño desarrolla una actividad de forma sencilla, sin que le cueste esfuerzo y que además no se realiza de forma casual si no que lo puede repetir una y otra vez.
Sería ese niño virtuoso con un instrumento musical o con talento para practicar algún deporte.