Desde que son pequeños los niños muestran en determinados momentos conductas agresivas, muerden, pegan, dan empujones, gritan… Es algo normal hasta cierto punto, aunque no por ello se debe dejar pasar.
Los niños pueden reaccionar de forma violenta hacia sus iguales o hacia sus padres por diversos motivos, pero fundamentalmente porque no consiguen lo que quieren y la agresividad es una fórmula que emplean.
La misión de los padres y educadores será enseñarles que hay otras formas de conseguir sus objetivos.