Dislalia infantil

Comenzar a hablar no es un proceso sencillo, los niños tardan bastante tiempo en ser capaces de pronunciar frases de forma correcta. Con pocos meses empiezan a balbucear sus primeros sonidos, entre los 12 y los 18 meses surgen las primeras palabras claras, el niño ya empieza a hacerse entender.

Con tres años la mayoría de niños es capaz de expresarse sin problemas y pronunciar frases correctas.

A lo largo de todo este proceso evolutivo es normal que el niño no acabe de pronunciar bien, puede que tenga dificultades con la r u otros grupos de consonantes más complicados y que requieren poner en marcha más músculos y órganos fonadores. Así, el hecho de que diga mal algunas palabras o no hable con fluidez es algo normal hasta cierta edad, pero si que se considera un trastorno fonológico cuando el niño no pronuncia como debería en función de su edad y desarrollo.


La dislalia


La dislalia sería así la incapacidad del niño de pronunciar correctamente los sonidos del habla cuando ya debería hacerlo, suele aparecer entre los 3 y los 5 años y es el trastorno más común del lenguaje. El problema con la dislalia es que los padres, y muchas veces los profesores, no la detectan fácilmente ya que seguramente para ellos sea normal que el niño sustituya una letra por otra u omita alguna letra al hablar, por ejemplo decir tes o camelo en lugar de tres y caramelo o decir tero y azi en lugar de quiero y así. Pero esto realmente son trastornos en el habla que si suceden cuando el niño ya tiene la capacidad de hablar correctamente se deben tratar.

Se suele caer en el error de pensar que como son niños ellos solos acabarán corrigiéndolo y que por tanto no hace falta tratamiento alguno. Pero lo cierto es que las dislalias sobre las que no se actúa derivan en problemas del comunicación del niño con su entorno y en los casos más graves se asocia con problemas en el aprendizaje escolar y por tanto con un bajo rendimiento académico.


Es conveniente que el tratamiento sea controlado por un maestro de audición y lenguaje o logopeda


Para evitar todo ello lo que hay que hacer es ayudar al niño a pronunciar correctamente y para ello se pueden utiliza diversas técnicas. Lo primero es estimular al niño para que produzca los sonidos, reproduciendo los movimientos y posiciones que se emplean para ello, enseñándole a diferenciar cada sonido. Hay que incidir en los sonidos más difíciles mostrando la postura correcta que debe tener la boca y la lengua para ello. A partir de ahí el niño debe repetir ese sonido, primero en sílabas para pasar después a la palabra completa. Cuando el niño tiene controladas las palabras más difíciles se trata de que sea capaz de emplearlas de forma espontánea en su conversación, de una forma fluida y sin forzar.

Todo ello requiere su tiempo y se debe trabajar con el niño en sesiones donde el juego sea el ingrediente principal, haciendo que él mismo descubra sonidos y los procesos que los ponen en marcha.