Pese a estar en pleno siglo XXI en cuestión de sexo siguen existiendo gran cantidad de tabúes más propios del siglo XIX. Desde el momento en que ocultamos nuestra sexualidad a nuestros hijos o evitamos responder a preguntas comprometidas sobre el tema estamos haciendo que algo natural y que forma parte de la vida se convierta en una cuestión oscura y peligrosa.
Educar para una sexualidad sana a nuestros hijos simplemente implica tratar el sexo como algo normal en el ser humano, empezando por las partes del cuerpo y acabando por los tipo de relaciones entre hombres y mujeres.
Que los padres se muestren cariño delante de sus hijos y que no tengan miedo a responder a sus preguntas es el primer paso para que estos niños conozcan bien el sexo, tengan la orientación paterna y de este modo no estén expuestos a los peligros que lleva asociado una mala o inexistente educación sexual.