Vivimos en una sociedad que cada vez se nos presenta más peligrosa. Hace unos años los niños bajaban solos a la calle desde bien pequeños, no había móvil pero los padres estaban tranquilos, a la hora señalada un grito desde la ventana y el niño subía a cenar. Hoy a nadie se le ocurriría dejar que su hijo de siete años bajara solo a la calle, ¿y si le atropellan? ¿y si se pierde? ¿y si le atacan? No es que todos esos riesgos no existieran antes, pero parecían menos probables, no todos los días se nos lanzaban mensajes aterradores desde tantos y tantos medios de comunicación hablando de accidentes, pedófilos, drogas…
Cierto es que hoy en día escasean los solares y parques para jugar, que las nuevas tecnologías han creado nuevos peligros para los jóvenes y que el alcohol y las drogas siguen siendo una grave amenaza para nuestros hijos, pero también es cierto que los niños de hoy están preparados para enfrentarse a esos riesgos, eso sí, si les dejamos.