‘Está muerto de sueño y va dando tumbos hasta que cae rendido’, ‘desde que era pequeño no duerme más de seis o siete horas seguidas’, ‘nunca quiere irse a la cama’… Son expresiones habituales entre los padres de aquellos niños para los que dormir parece ser una pérdida de tiempo.
Cada persona tiene su propio ritmo y funciona de una manera, existe una media determinada para los adultos, que se sitúa en las ocho horas de sueño, pero puede que una persona solo necesite seis mientras que otra no valga nada si nueve horas y su siesta.
Con los niños sucede lo mismo, por mucho que nos empeñemos no se puede dormir si no se tiene sueño y hay niños que rinden perfectamente con pocas horas de sueño. Teniendo claro esto podremos valorar si nuestro hijo tiene un problema de falta de sueño o es que simplemente no necesita dormir más.