La frase ‘la palabra es más fuerte que la espada’ expresa a la perfección la importancia que tiene en la educación infantil todo lo que se dice. Es cierto que los niños van a acabar haciendo aquello que ven, pero si hablamos de motivación el uso que se le de a las frases que empleamos con los niños es básico para hacer de ellos personas responsables, seguras, confiadas y con una alta imagen de si mismas.
Pensemos por un momento como nos sentiríamos si todos los días en el trabajo nuestro jefe y compañeros nos dijeran los mal que hacemos las cosas, lo poco que nos implicamos y nos estuvieran siempre corrigiendo.
Imaginemos en cambio que al menos una vez al día valoraran nuestro esfuerzo y nos dieran una palmadita en la espalda. Está claro en que situación iríamos más a gusto a trabajar, nos sentiríamos más seguros de nosotros mismos y nuestras capacidades y en definitiva seríamos más felices. Como adultos podemos ser capaces de obviar una mala relación laboral y no dejar que nos afecte, pero ¿puede hacer lo mismo un niño de tres o cuatro años, si además esas frases salen de la boca de sus padres?