La autonomía física y emocional de los niños y bebés

Ser capaces de actuar, pensar o decidir por nuestra cuenta, sin intervención del resto. De la descripción de la autonomía se deduce lo importante que es que los niños desarrollen su propia autonomía personal, de forma contraria se convierten en marionetas fácilmente manejables y por tanto sin capacidad para desarrollar su propia voluntad.

Es un trabajo que los niños comienzan a hacer por si mismos, sin ayuda.

El ser humano tiende por naturaleza a querer desarrollarse con independencia del resto, una vez tiene claro quien es comienza a interactuar con lo que le rodea. Solo tenemos que observar a un bebé para darnos cuenta de ello.


El bebé es consciente de que es una persona independiente al año de vida


Hay un momento, en torno al año, en el que descubre que es una persona independiente de su padre y su madre, comprende que es único, que sus actos tienen consecuencias y que puede actuar sin depender siempre de sus padres. La autonomía física y emocional van en este sentido muy unidas, aunque la física se desarrolla antes. El niño comienza a andar, a separarse de sus padres y actuar por su cuenta, esta distancia física respectos a sus progenitores va acompañada de una primera separación emocional, no pasa nada porque no esté al lado de papá y mamá, puedo moverme con libertad que ellos me están esperando.

Con el paso del tiempo esa conciencia se va desarrollando y empiezan a exigir hacer las cosas ‘yo solo’, es importante reforzar esa primera autonomía, ver que puede físicamente hará que se sienta bien psicológicamente, es un reto que ha superado lo que redundará directamente en su autoestima.

En este proceso el papel de los padres debe ser de acompañamiento, deben estar al lado de sus hijos para evitar que puedan sufrir algún percance pero posibilitando dentro de lo posible que hagan las cosas por si mismos. Es un trabajo que exige paciencia, puede que tarden más en comer, en vestirse, en bañarse o que lleguemos con retraso a los sitios, pero lo importante será que el niño aprenda poco a poco y dentro de sus capacidades a hacer las cosas por si mismo.


La relación entre la autonomía emocional y la física


Decíamos que la autonomía emocional va ligada a la parte física, pero puede que este aspecto haya que trabajarlo un poco más. Los niños van a necesitar durante toda su vida el apoyo emocional de sus padres, no necesitarán que les bañen o les den de comer, pero sí que les muestren cariño y apoyo. Fomentar su autonomía en este sentido no consiste en negarles nuestra comprensión, más bien lo contrario, si el niño está seguro de que puede contar con nosotros desarrollará su parte emocional con seguridad y confianza, será capaz de establecer relaciones positivas con el resto de personas y no tendrá miedo al rechazo ni se sentirá inseguro.

Así, en el desarrollo de la autonomía los padres deben ser capaces de mantener el equilibrio necesario que permita a sus hijos explorar su entorno y sus emociones con libertad pero sabiendo que tienen una red de seguridad que no les va a fallar.