Hay personas más alegres que otras, personas responsables, otras que siempre lo ven todo de forma negativa, personas tímidas, amables o exigentes. Cada uno de nosotros tiene una forma de ser concreta que viene condicionada por nuestro entorno familiar, social y por las experiencias que hemos vivido.
Pero una parte de nuestra personalidad viene con nosotros desde el nacimiento, está comprobado que desde que somos concebidos se implantan a su vez una serie de rasgos que serán definitorios de nuestra forma de ser en la infancia. Quien piense que todos los bebés son iguales es que no ha pasado nunca mucho tiempo con ellos, cualquier padre sabe que cada uno tiene su temperamento.
Hay niños tranquilos, activos, impacientes, alegres…