La sinceridad infantil

Conseguir que los hijos sean sinceros es una tarea muy importante que deben llevar a cabo los padres, así como toda la familia en general, en el proceso de su educación. Y es que, a menudo, los pequeños no dicen la verdad por diversas razones: para evitar un castigo o conseguir un premio, para destacar y hacerse protagonistas, para dañar a otras personas o, en cambio, para protegerlas de sanciones…

Los motivos pueden ser diversos pero, sean unos u otros, los niños desde pequeños deben tener claro que deben decir la verdad siempre.

En el caso de que no sea así, los padres deberán atender a ciertos consejos para conseguir erradicar esas mentiras.


A partir de los 3 años los niños comienzan a no decir toda la verdad


Es cierto que entre los tres y los seis años los padres tendrán que ser conscientes de que realmente sus hijos no dicen mentiras, como comúnmente entendemos este término, sino que, aunque no dicen la verdad, lo que cuentan es fruto de su imaginación, de su fantasía y, por ello, en estos casos, no será tan grave. Aún así, habrá que dejarles claro que deben decir qué ha sucedido realmente para que, desde pequeños, entiendan que realidad sólo hay una y que no pueden contar lo que quieran a su antojo.

Aunque será a partir de los siete años aproximadamente cuando aparezcan las mentiras realmente. También es cierto que esto dependerá del niño, ya que los hay que maduran con mayor rapidez y pueden empezar a ocultar cosas y no decir la verdad antes.

De este modo, en estas situaciones, los padres tendrán que servir de ejemplo. Es decir, bajo ningún concepto harán promesas que luego no cumplirán o le dirán al pequeño mentiras piadosas para que, por ejemplo, se coma la comida, se vaya a la cama o haga la tarea. Si el niño ve que sus padres recurren a esas estrategias, no tardará en seguir sus pasos.


El enseñar a no decir mentiras es un proceso educativo como cualquier otro: hay que dar ejemplo y dedicar tiempo


Asimismo, será muy importante que el niño sienta que puede confiar en sus progenitores, que haya un ambiente favorable en el que no quepan las mentiras porque no se sienta amenazado ni cohibido. De este modo, si se sabe que ha mentido, la reacción no tendrá que ser exagerada ni automáticamente castigarle. En cambio, habrá que saber por qué motivo dijo eso, qué le llevo a hacerlo y en ese punto, dejarle claro lo que está bien y lo que no. Es importante llegar a un punto intermedio, mostrar seriedad pero sin amedrentarlos, ya que de nada servirá chillarles, castigarles… De hecho se podrá conseguir incluso el efecto contrario, ya que sentirá miedo a que se den esas situaciones y si comete algún error no será capaz de decir la verdad en un entorno tan severo.

Por todo ello, será importante que el niño entienda las consecuencias que tienen sus actos y en este caso, el hecho de mentir. Por ejemplo, a veces, decir una mentira puede hacer que castiguen a un compañero o, en otro caso, si dice hacer la tarea y no es cierto, esto provocará que antes o después su profesora hable con sus padres y éstos se enterarán finalmente. Además de que también conseguirá que los demás no confíen en él, por lo que será importante que sienta que si miente a menudo, finalmente los demás no sabrán cuándo es sincero o cuándo no.

Además, hay que destacar la labor que deben hacer, tanto los padres, como los abuelos, los tíos… es decir, la familia en general. Además, en algunos casos, existen recursos educativos, tales como cuentos, películas o canciones infantiles que explican la importancia de la sinceridad.