Las rabietas se contagian entre los niños

Una de las cosas que, sin duda, puede llegar a desquiciar a unos padres son las rabietas de sus hijos. Y es que cada vez más niños pequeños reaccionan de manera desmesurada a las negativas de sus padres a concederles sus caprichos.

Estas rabietas tienen dos problemas principales: por un lado, cada vez van a más y, por otro, que se contagian a los niños de su alrededor, con lo que la situación llega a descontrolarse.


Los motivos de las rabietas infantiles


¿No te has preguntado nunca qué motivos hacen que tu hijo tenga las rabietas con las que te obsequia de cuando en cuando? La verdad es que las causas de una reacción así pueden ser muchas, y te conviene saber cuales son para poder afrontarla, manejarla, y acabar eliminándola del comportamiento de tu hijo.

Esencialmente, podemos decir que una rabieta empieza por una negativa que recibe el niño a cualquiera de sus requerimientos.

El problema viene cuando pasan los minutos, y el pequeño ya no sabe ni porque llora: solo está tan cansado y nervioso que se desahoga.


La reacción de los padres


Para reconducir las rabietas infantiles, es muy importante que los padres tengan claro que sus hijos llega un punto que lloran por puro nerviosismo, y ni tan solo recuerdan el motivo inicial por el que iniciaron todo el espectáculo.

Por lo tanto, es importante que los adultos reaccionen con serenidad ante la rabieta de un pequeño. Lo primero para evitar que se descontrolen, es hacerles olvidar su motivo inicial de queja. Distraerlos unos minutos, puede representar ganar horas de tranquilidad en el hogar.

Si los padres no se ven capaces de controlar la rabieta de uno de sus hijos, es recomendable que opten por consultar a un experto y eviten, de esta manera, el molesto efecto dominó entre todos los hermanos.


Consejos para controlar una rabieta


Muchos niños llegar a llorar, patalear y darse incluso golpes a si mismos contra la pared, simplemente porque no consiguen sus objetivos. Cuando están así, no son capaces de controlar sus emociones, por lo que las riñas y castigos de los padres no les servirán de nada. De hecho, ni les harán el mínimo caso.

Si un padre ve a su hijo tan fuera de control, es recomendable que adopte ciertas medidas. Lo primero es no ceder por mucho espectáculo que organice el pequeño, y esperar a que se tranquilice. Para evitar que se haga daño, se le puede dejar en algún lugar tranquilo.

El momento de corregirle, reñirle, y evitar que lo vuelva a repetir es cuando ya esté más calmado. Entonces, los padres deben hablar con su hijo, usando un lenguaje apropiado para él, y hacerle entender que deben aprender a tolerar la frustración.

Finalmente, es recomendable para evitar estas rabietas, y que se contagien a los demás, que se enseñen una normas básicas a los niños, que hagan posible que el pequeño comprenda y se haga responsable de lo que ha decidido.