En alguna otra ocasión hemos hablado del castigo como algo que se debe evitar, en lugar de castigar tenemos que pensar en términos de enseñanza y aprendizaje. Esto es lo que debe guiar cualquier pena que queramos imponer a nuestros hijos.
Y aquí tendríamos el primer error, que el castigo no signifique nada.
Nuestro hijo ha tirado el jarrón al suelo jugando, llegamos a casa y lo vemos, él ya está en otra cosa. Nuestra reacción es ‘¡Castigado! Vete a tu cuarto’ Y el niño se va a su cuarto. ¿Qué es lo que ha aprendido? Nada en absoluto, ni siquiera está seguro de que haya sido por romper un jarrón porque ya ha pasado un tiempo. Cuando le sancionamos debemos dejarle claro que es lo que ha hecho mal y si es pequeño se debe hacer lo más próximo a la acción posible ya que si no, no tiene sentido.