El miedo es una sensación que perturba al niño por algo que percibe como amenaza, ya sea real o imaginaria. Hasta cierto punto los miedos son necesarios, pensemos en un niño que no tiene miedo a nada y que no reacciona con alarma ante las situaciones desconocidas, está expuesto a muchos más riesgos ya que su ausencia de miedo le lleva a cometer imprudencias.
En función de la edad del niño y de su conocimiento del mundo tendrán miedo a unas cosas u otras.
Cuando son bebés de pocos meses se asustan ante ruidos fuertes y movimientos repentinos e inesperados. A partir de los ocho meses suelen reaccionar con temor ante personas y reacciones extrañas. A partir de ahí podrán desarrollar unos miedos u otros en función de sus circunstancias personales. Suele ser habitual que a los 4 años de edad manifiesten miedo a la oscuridad, a estar solo, a personajes imaginarios o a elementos de la naturaleza como las tormentas. Cuando llegan a los 8 años lo que les angustia está relacionado con miedos más existenciales, como la muerte por ejemplo.