Los niños y el teléfono móvil

Hace unos años resultaba difícil imaginar que niños menores de diez años irían con un teléfono en la mochila. Es un elemento reciente fruto del desarrollo tecnológico actual, las generaciones anteriores no lo tenían y no por ello su desarrollo ha sido inferior. Su uso a temprana edad puede tener consecuencias negativas, aunque son innegables las ventajas que supone para los padres.


El teléfono como control sobre el niño


Cuando le compramos un móvil a un niño de 7 años o incluso de menos edad, lo hacemos diciéndonos que es para su seguridad, por si tiene algún problema poder contactar con nosotros.

Pero no nos engañemos, la causa que subyace es que el móvil nos permite aumentar el control sobre nuestro hijo teniéndolo localizado en cada momento. Realmente con esa edad el niño va estar en la escuela, o en casa y si está en el parque o realizando alguna otra actividad siempre será bajo supervisión de un adulto de nuestra confianza.

El hecho es que aunque no sea necesario, a estas edades muchos niños empiezan a tener su primer móvil. Hacerlo depender tan pronto de la tecnología puede ser un arma de doble filo. Por un lado aprende a relacionarse con los aparatos que formarán parte de su vida cotidiana, pero por otro comienza una dependencia que puede desembocar en conductas poco naturales. Como parte positiva podíamos señalar que el móvil por le ofrece a estos niños más pequeños la tranquilidad de poder contactar con sus padres cuando lo necesiten, lo que es muy útil en caso de separaciones.

A pesar de estas excepciones, la mayoría de los niños tiene su primer móvil en torno a los diez años, muchas veces se le compra no por necesidad sino para que no se sienta excluido de su grupo de iguales. En estas edades más que como un medio de comunicación se utiliza como un juguete gracias a sus múltiples aplicaciones, pueden escuchar música, ver vídeos… De lo que se trata aquí es de incidir en que no es más que un teléfono que se debe utilizar de forma racional. Para ello podemos marcar un límite de gasto y restringir el acceso a internet, siempre de acuerdo con la edad.


El teléfono móvil en la adolescencia


Cuando llegan a la adolescencia nuestros hijos necesitan estar en contacto con sus amigos y el móvil les permite hacerlo de forma permanente. En esta sociedad se ha sustituido bajar a la calle por comunicarse mediante’ wassup’. Los cánones actuales marcan que es necesario estar conectado a todas horas, compartiendo nuestros pensamientos y estados de ánimo. En este sentido no podemos ir en contra de una cultura que es en la que se desenvuelve nuestro hijo, pero debemos intentar que no solo se sumerja en ella si no que sea capaz de verla desde un punto de vista crítico, ¿por qué mandar un mensaje a tu vecino si puedes llamar a su puerta y hablar en persona?

Habrá que estar muy alerta si nuestro hijo muestra una conducta demasiado obsesiva con el teléfono. En estos casos habría que racionarle el uso, aprovechando para realiza con ellos alguna actividad que no tenga nada que ver con las nuevas tecnologías. En el caso de que detectemos que la obsesión va más allá de lo que sería normal debemos consultar a un especialista.