Muchas veces los padres cometemos el error de pensar que nuestros hijos solo por ser niños no tienen tantas preocupaciones como nosotros. En su mundo no hay hipotecas, ni exigentes jefes, ni fines de mes. Lo que se nos olvida es que en su mundo sí hay profesores malhumorados, niños revoltosos o nuevas y muchas veces frustrantes situaciones que no comprenden del todo bien.
Sus problemas son para ellos tan importantes como para nosotros los nuestros y por lo tanto habrá días que, al igual que los adultos, tengan un humor de perros.
De lo que se trata es de saber lidiar con él y para ello lo más importante es empatizar con nuestro hijo, ponernos en su lugar y enseñarle a manejar estas emociones.