Es cierto que, tanto mayores como pequeños, a veces nos enfadamos, irritamos o estamos de mal humor. Los adultos saben que esas emociones deben controlarse y que, en ciertos momentos, es mejor callar para no herir en una discusión, por ejemplo o simplemente dar un paseo al aire libre para relajarnos.
Pero la cuestión es que los padres tienen que saber educar en este aspecto a sus pequeños, ya que, su reacción no será tan moderada como la de los mayores.