Desde que un niño nace, tiene formada parte de su personalidad, a pesar de que la educación y el ambiente moldean su esencia, hay características innatas que diferencian a unos niños de otros.
Encontramos bebés que duermen tranquilos a pesar de estar en un lugar iluminado o con ruidos, sin embargo otros son capaces de despertarse con el zumbido de un mosquito.
Algunos no pierden el apetito aunque se retrase la toma o cambiemos el menú, y otros se resisten a beber si la leche está algo más caliente de lo normal. Éstos son algunos ejemplos de diferencias innatas entre niños.
Hay niños más sensibles que otros, pero existen algunos que son altamente sensibles
Algunos estudios confirman la existencia de niños altamente sensibles. Como su nombre indica, en estos pequeños existe una mayor sensibilidad al entorno y a las personas que le rodean. Suelen percibir más detalles del mundo, captar mayor información y sentirla de forma más intensa.
Existen teorías pseudocientíficas que han denominado a estos niños “índigos” o “de cristal”. A pesar de estar muy extendidas, no tienen base científica y se relacionan con el misticismo o esoterismo, por lo que queda limitada su validez.
Investigadores como la doctora Elaine. N Aron, se han interesado por estos casos, desarrollando “la teoría de los niños altamente sensibles”.
Estos niños suelen ser muy emotivos, pueden llorar cuando ven una película triste o tienen que despedirse de un amigo y tienden a asustarse con facilidad. Las emociones de los demás les afectan con más intensidad que al resto de niños de su edad, mostrando gran pena o culpa cuando los adultos se enfadan con ellos. Esto se debe a una mayor capacidad de empatía (ponerse en el lugar de la otra persona) y responsabilidad que el resto de sus iguales.
Los niños muy sensibles destacan en las habilidades para construir o crear, el interés por las artes y la música. Disfrutan con los olores, sonidos o sabores de una forma especial como si los percibieran mejor o con más intensidad.
Son niños muy observadores que tienden a analizar, reconocen con rapidez cuando alguien está enfadado o triste y muestran preocupación. Suelen ser obedientes y cooperativos con los mayores que son importantes. Aunque una parte de ellos puede mostrarse rebelde cuando se sienten afectados.
Debido a su alta sensibilidad, estos niños se ven muy influenciados por la opinión de los demás, pueden mostrar dificultades para afrontar conflictos, ser asertivos o defenderse con seguridad. Como consecuencia, en la edad adolescente suelen presentar baja autoestima, introversión o sentirse incomprendidos.