Una de las cosas más desagradables a la que nos enfrentamos los padres es ver a nuestros hijos despertarse asustados por una pesadilla. Y aun es peor si esta situación se repite noche tras noche. ¿Cómo podemos solucionarlo?
Cuando dormimos nuestro cuerpo está en reposo, pero no nuestra mente.
Durante el sueño, seguimos estando lo suficientemente conscientes como para asimilar imágenes y pensamientos con los que hemos entrado en contacto durante el día.
En los niños las pesadillas se relacionan muchas veces con la ansiedad de tenerse que ir a la cama solos, sin sus padres. Esto les pone lo suficientemente nerviosos como para que su mente empiece a jugarles malas pasadas cuando duermen.
Lo normal es que las pesadillas empiecen a partir de los dos años de edad, que es cuando los pequeños empiezan a tener más conciencia de lo que les rodea. No todos las sufren igual, y en algunos casos pueden ser muy constantes, mientras que otros niños nunca llegan a tenerlas.