Cada vez con mayor frecuencia se oye en los medios de comunicación el alarmante incremento de la obesidad en la población infantil. El estilo de vida sedentario y una dieta poco saludable son los factores sociales que han propiciado este incremento de niños obesos, pero no son las únicas, existen también factores físicos y genéticos que influyen en que un niño presente este problema.
Hay niños obesos cuyo problema no tiene nada que ver con el estilo de vida que lleven, por su predisposición fisiológica, metabólica o genética tienen más posibilidades de desarrollar este trastorno.
Hay ocasiones en que la alteración de diversos genes hace que se tenga, por ejemplo, un menor control del apetito, es un factor hereditario por lo que los niños de padres o abuelos obesos tendrán mayor facilidad a la hora de engordar. En otros casos existen trastornos metabólicos que hacen que el niño engorde, están relacionados con el funcionamiento de la glándula tiroides, enfermedades como la diabetes son también determinantes en esta cuestión. Para todos estos casos relacionados con la salud más que con los hábitos de vida, será necesario que el niño lleve una adecuado control médico, con el fin de evitar las complicaciones más graves que conlleva la obesidad.