Se padece deshidratación cuando una persona no tiene suficiente líquido en el cuerpo, como para que le funcione de manera correcta. Los niños y bebés son los que tienen más peligro de sufrirla, y para los que puede tener peores consecuencias.
Cuando un niño tiene una deshidratación lo podemos notar por su aspecto, ya que acostumbra a presentar fontanelas hundidas, falta de elasticidad en la piel, y lengua y boca secas, o pegajosas.
¿Cómo se llega a esta situación? Esencialmente, por cualquier tipo de enfermedad que provoque una pérdida de líquidos en el niño.
Los vómitos, la diarrea, la fiebre alta, y el orinar de manera excesiva, pueden hacer que un niño pierda más agua de la cuenta de su cuerpo. Igualmente, la falta de apetito, y el tomar pocos líquidos de manera habitual, son otras dos razones de deshidratación.