La sordera en la primera época de la vida es una carencia invisible pero no por ello menos importante. El problema con los discapacitados auditivos es que a simple vista no les ocurre nada diferente al resto y solo cuando interactuamos sale a la luz la falta de audición.
Pero con los bebés y los niños este problema es mucho más difícil de detectar, en sus primeros meses no es fácil saber si el niño escucha del todo bien, no puede expresarse por si mismo y si llora se calma con el contacto de su madre.
Pensemos en el niño que llora, su madre no puede cogerlo, pero le habla o le canta canciones, si el niño no oye, ese sonido tranquilizador de su madre no le va a llegar por lo que se sentirá desatendido y esto poco a poco irá minando su seguridad. La discapacidad auditiva de los bebés puede ser así un problema más grave de lo que parece. Por ello son importantes las pruebas de audiometría que se practican en bebés de pocos meses, la detección precoz nos ayudará a cuidar mejor de nuestro hijo.